
PREÁMBULO.
Después de un lustro de convocatorias de nuestros Congresos de Análisis Crítico del Presente, hemos decidido consagrar nuestro VII Congreso de Análisis Crítico del Presente al siguiente tema : ¿Fin de las ideologías? Para ello, hemos de remontarnos a seis décadas atrás. Y es que fue en 1965 cuando el escritor y político conservador español Gonzalo Fernández de la Mora (1924-2002) publicó su obra El crepúsculo de las ideologías. En ella, el autor defiende la idea de que las ideologías son un fenómeno obsoleto y que su influencia está decayendo. Según argumenta De la Mora, la ideología es una forma de pensamiento que nace de la insatisfacción y la esperanza de cambio, y que se encuentra en declive a medida que la sociedad avanza hacia un modelo más tecnocrático. Frente al pensamiento crítico y analítico, las ideologías no ofrecen soluciones y simplifican en exceso la realidad. Las ideologías fueron construcciones utilizadas por las élites para influir en las masas, y en la incipiente sociedad de consumo eso sería ya innecesario.
El crepúsculo de las ideologías conoció ocho ediciones hasta el año 2012 y fue traducido al griego, al portugués y al italiano, entre otras lenguas. Libro muy polémico, fue considerado como obra de un integrista por unos, una apología del escepticismo político por otros; en suma, como la obra de un «tecnócrata» de los últimos años del franquismo. Sin embargo, esta idea no fue original de De La Mora, puesto que cinco años antes, en 1960, el sociólogo estadounidense Daniel Bell (1919-2011) publicó El fin de las ideologías, libro en el que se sostiene una tesis similar: que el desarrollo del Estado del Bienestar y la democracia en Occidente habían superado los conflictos ideológicos clásicos, lo que llevaba a un enfoque más pragmático en la política. Agotado el tiempo de las ideologías totalitarias y liberales del pasado, la política centrada en problemas técnicos y económicos habría reemplazado a las grandes visiones del mundo. La tesis de Bell fue muy influyente en su momento, y se considera un precursor de ideas posteriores como el «Fin de la Historia» de Francis Fukuyama.
No queremos sin embargo convertir esta presentación en un análisis de una de las pocas obras del pensamiento político español contemporáneo que ha conseguido trascender la época que le dio vida. Obra que además suscitó mucha más polémica que otras surgidas en una época similar en la España de entonces, como Eurocomunismo y Estado, de Santiago Carrillo, o Etica y política, de José Luis López Aranguren. Y es que antes de Fernández de la Mora el problema de las ideologías había sido el verdadero «tema de nuestro tiempo». Ya a comienzos del siglo XIX Destutt de Tracy (1754-1836) sugirió el estudio de la ideología como origen de nuestras ideas, consideradas como fenómenos naturales que expresaban la relación entre el ser humano, organismo vivo y sensible, y su medio natural de vida. El mismo Destutt de Tracy que fue caracterizado despectivamente junto a sus seguidores por Napoleón Bonaparte con un adjetivo que pasaría a la posteridad: los «ideólogos».
Pocas décadas después, Carlos Marx ofreció una doble definición de ideología: por un lado, el pensamiento marxista definió la ideología como toda concepción que ofrece a un grupo social una visión de su lugar en el mundo y sus intereses; por el otro, una deformación de la realidad, lo que denominó Marx como falsa conciencia, justificación de un orden social que se considera injusto. Las ideologías serían formas de conciencia propias de distintas clases sociales, que o bien sirven para justificar las citadas injusticias, o bien tienen un valor emancipatorio para derribar dicho orden social. En el siglo XX, Carl Mannheim (1893-1947), en su libro Ideología y utopia (1929), sugirió que el carácter emancipatorio no podía darse en el estrecho círculo ideológico, sino en un concepto ya utilizado anteriormente, la utopía, como forma de perfilar un futuro donde las clases oprimidas se vean emancipadas. Las utopías, para Mannheim, tendrían un carácter emancipatorio (algo que negaría posteriormente la Escuela de Frankfurt).
Durante buena parte del siglo XIX, y especialmente durante el siglo XX, «el siglo de las ideologías», grandes constructos ideológicos coparon el control de las principales potencias mundiales. El marxismo, el liberalismo, así como derivaciones surgidas al calor del fin del Antiguo Régimen y el surgimiento de la sociedad industrial, tales como el anarquismo o la socialdemocracia, se enfrentaron en un inmenso campo de batalla, tanto ideológico como político, viéndose envueltas en las dos guerras mundiales tras las que surgieron los famosos bloques que caracterizaron la segunda mitad del siglo XX: la «Guerra Fría» entre el capitalismo y el comunismo realmente existente.
Cuando De la Mora escribe El crepúsculo de las ideologías, y seguramente esa sea la gran diferencia entre su obra y la de Daniel Bell, su autor piensa también en las consecuencias teológico-políticas del Concilio Vaticano II y del proceso de modernización y desarrollo económico experimentado por la sociedad española desde finales de los años cincuenta. Se imponía necesariamente en nuestro país un cambio de paradigma político e intelectual. Surgía en España el «desencantamiento del mundo», que diría otro sociólogo, Max Weber, y con ello la fragmentación de cosmovisiones, especialmente la religiosa como es obvio en el caso español.
Paradójicamente, Fernández de la Mora descartó completamente el pesimismo (al que dedicamos nuestro VI Congreso), así como el integrismo religioso o la visión cíclica de la Historia. Su concepción del proceso histórico era decididamente progresista, lo cual sorprendería a muchos al analizar la obra de un ex ministro franquista, en principio para nada ligado al proceso de Transición democrática vivido por España una década después, en 1975, tras la muerte de Francisco Franco y el comienzo de los «50 años en libertad» que ha celebrado en 2025 el «gobierno de coalición» de PSOE y Sumar. Las ideologías políticas eran definidas por Fernández de la Mora como expresiones simplificadas y vulgarizadas de la realidad (seguramente en la línea de la falsa conciencia enunciada por Marx).
Es obvio que la idea del «crepúsculo de las ideologías» o del «fin de las ideologías» que da título a nuestro VII Congreso de Análisis Crítico del Presente se ha convertido en un tema actual, aunque su idea, ligada a ese «progresismo» enunciado por Fernández de la Mora parezca culminar la idea del Conde de Saint Simon (y compartida en el fondo por Marx): un gobierno que sea administración de las cosas, no de las personas, una mera tecnocracia que dirige la actividad económica.
¿Realmente hemos llegado a la época del «fin de las ideologías»? Muchos apostarían por una respuesta positiva, aunque dicha respuesta pueda tener unas consecuencias indeseadas o que nadie desea nombrar. La vulgarización del saber, la decadencia de muchas instituciones, la homogeneización del pensamiento mediante el control estricto de todas las opiniones discordantes en los medios de expresión de nuestro tiempo, como son las redes sociales, con estrictas «normas comunitarias»… Todo parece conspirar a una conclusión obvia: si las ideologías nacieron como concepciones del mundo ligadas a partes de la sociedad o clases sociales enfrentadas entre sí, en la sociedad democrática de consumo sólo existe ya una clase social, como señaló Habermas: la clase de ciudadanos consumidores.
Se habría consumado el «fin de las ideologías», pese a que en los medios de comunicación actuales nos bombardean con constante ideología, cada vez más estúpida y vulgar. Afirmar que alguien que es un varón cromosómico puede autopercibirse como mujer (o viceversa) o que una mujer puede «interrumpir su embarazo» como si fuera una decisión emanada de su mera voluntad («mi cuerpo, mi decisión»), no son meras manifestaciones de trastornos mentales u ocurrencias de gente indocta; son decisiones adoptadas a base de inculcar a la colectividad que vive en las sociedades capitalistas desarrolladas que ellos son totalmente libres de hacer lo que quieran, un estúpido subjetivismo que ha sido nombrado como «ideología woke».
Lejos de Occidente (o quizás ya no tanto, dados los vínculos propios del mundo globalizado), tenemos los casos de China, principal potencia comercial de nuestro tiempo, que pese a sostener aparentemente aún la ideología marxista opera en la práctica desde un total pragmatismo; también el caso del mundo musulmán, que se mantiene en una óptica totalmente diferente al resto. Para el Islam, las cuestiones ideológicas son meras «superestructuras», por lo tanto cuestiones propias de estados laicos y ajenos a la fe propagada por Mahoma. Está claro que existen formaciones políticas islámicas (como es el caso de los Hermanos Musulmanes), pero su ideario político, su ideología, emanarían directamente del Corán y tendrían como fin la restauración del Califato perdido en 1924 con la caída del Imperio Otomano.
Para analizar estas y otras cuestiones contaremos con la presencia de un invitado de excepción. Se trata de José Miguel Villarroya (1966), profesor universitario y periodista español, que siendo muy joven ocupó cargos importantes en la extinta República Democrática Alemana (RDA), el país del socialismo realmente existente cuya extinción se convirtió en el icono del «fin de las ideologías» proclamado por Daniel Bell y Gonzalo Fernández de la Mora: la caída del Muro de Berlín que dividía los mundos capitalista y comunista en 1989 representó a la perfección ese hecho. Villarroya, habitual de todo tipo de tertulias y programas televisivos, además de comentarista futbolístico en la prensa deportiva española (uno de los ámbitos donde aún se mantiene vivo el «conflicto ideológico»), es uno de los pocos representantes vivos de los postulados marxistas clásicos, el cual será una de las líneas de debate de nuestro VII Congreso que presentamos aquí.
LÍNEAS DE DEBATE.
- Origen del término «ideología». El «tratado de ideología» de Destutt de Tracy y los «ideólogos» de Napoleón Bonaparte.
- Las ideologías vistas desde el marxismo. La falsa conciencia.
- Las ideologías en el siglo XIX. Anarquismo, socialismo utópico, socialismo científico, socialdemocracia, liberalismo.
- Las ideologías en el siglo XX. Comunismo, liberalismo, progresismo, izquierda, derecha, centro…
- La ideología progresista en el positivismo decimonónico y en el siglo XX, visto como «el siglo americano».
- Las ideologías en la época del «fin de las ideologías»: wokismo, fundamentalismo democrático, izquierda, derecha, centro…
ISSN 2605-3489