El Rubius y la vacuidad de la socialdemocracia

El anuncio del youtuber El Rubius, a propósito de su cambio de residencia para pagar menos al fisco, ha dejado en evidencia la vacuidad y obsolescencia de muchos de los principios de la socialdemocracia española, encarnada por el PSOE y Podemos

Afirmaba Marx en su famosa Crítica del Programa de Gotha de 1875, que las pretensiones de la naciente socialdemocracia alemana, de la que tanto él como Engels se desmarcarían, pretendía la redistribución de la riqueza, como si en el capitalismo ello fuera posible e incluso necesario: al fin y al cabo, afirmaba Marx, no sólo debía otorgarse a la gente según sus capacidades, sino también según sus propias necesidades. En el fondo, para Marx el estado burgués decimonónico no era ninguna plataforma para defender a los trabajadores, sino precisamente un comité de administración de los asuntos de la burguesía. Alcanzar el poder del estado burgués para dirigir la economía, como haría la socialdemocracia alemana o el socialismo fabiano, sería algo denostado por Marx en los Manuscritos de 1844: sostener que el estado deba controlar la economía o poner parches a las desigualdades producto del capitalismo era solamente perpetuar la agonía que precede al comunismo final, a la sociedad sin clases.

Rescatamos este ejemplo histórico a propósito del reciente anuncio del famoso youtuber El Rubius, que hace unos días anunció su traslado a Andorra, tras pasar una década abonando el Impuesto de las Renta de las Personas Físicas (IRPF) que le correspondía a su tramo de renta. Al darse cuenta que la generalidad de quienes ostentan tales ingresos optan por situar su residencia fiscal en otros lugares más favorables (que no «paraísos fiscales»), como el citado Principado, Rubén Doblas decidió anunciar que seguirá produciendo contenido para sus millones de seguidores desde el mismo lugar que lo hacen los miembros de Itarte Vlogs y similares.

Dejando al margen el cinismo de quienes han abanderado la importancia de pagar cuantos más impuestos mejor (gente que suele destacar por su escasa honestidad con el fisco o la Seguridad Social), lo que ha permitido el caso de El Rubius es comprobar la escasa consistencia de los argumentos sobre el «patriotismo fiscal» o la necesidad de defender «lo público», como si estuviera amenazado por algún tipo de monopolio privado. Afirmar que por culpa de los youtubers que cambian de residencia fiscal no dispondremos de sanidad o educación públicas no pasa de un acto de vulgar demagogia: si revisamos el reparto del gasto público, veremos que a la sanidad le corresponde una cantidad casi idéntica a lo que se emplea en pagar los intereses de la deuda contraída por España ante los mercados internacionales. Poco más o menos igual en el caso de la educación. Incluso, según cifras oficiales, todo lo recaudado a través del IRPF en 2019 se dilapidó en cubrir las nóminas públicas, desde el más modesto funcionario hasta el culmen de la administración, esto es, el Presidente del Gobierno. No todo el gasto público, por lo tanto, se destina a sanidad y educación, sino más bien una parte proporcionalmente muy pequeña.

Es bien sabido que cualquier español paga en cualquier actividad económica sus correspondientes impuestos, ya sea el IVA, el impuesto de actividades económicas o los peajes de las autopistas. Esos son los verdaderos impuestos democráticos, los indirectos, los que hay que pagar tengas la renta que tengas. El IRPF, reconocido en la Constitución Española de 1978 como «impuesto progresivo», no es ni un impuesto indirecto ni un impuesto de lujo, gravable sobre los más ricos: es un impuesto similar al diezmo medieval, aquel que los señores feudales gravaban a sus súbditos con la entrega del diez por ciento de su patrimonio. En este caso, el IRPF establece unos tramos a partir de los cuales o bien la declaración de la renta resulta a devolver o a pagar un porcentaje.

De hecho, no conviene olvidar que la insumisión fiscal, esto es, el evitar pagar impuestos ya sea por vía legal o simplemente negándose a pagar unos tributos confiscatorios, es un verdadero poder ascendente, desde las clases populares hasta la clase política, que ha tenido amplia influencia en muchas situaciones históricas. Recordemos el famoso «motín del té» de Boston, que dio pie a la revolución americana que conformó los Estados Unidos del Norte de América, la famosa «guerra del opio» entre Inglaterra y China en el siglo XIX, o la «resistencia pasiva» promulgada por Mahatma Gandhi para lograr la independencia de la India respeto a los británicos, que incluyó importantes dosis de insumisión fiscal. Tampoco conviene olvidar que el PSOE, actualmente en el Gobierno de España en coalición con una versión suya más adaptada a los tiempos, Unidas Podemos, hizo suyo el lema de «defensa de lo público» en la década de 1980… cuando aún había empresas públicas poderosas, capaces de movilizar a miles de trabajadores en grandes obras, y cuando las grandes empresas aún no habían conocido las maravillas de la globalización económica, la misma que anima al capitalismo productor de bienes y servicios a buscar horizontes menos gravosos en lo salarial y lo contributivo, sin Tasas Tobin ni otros obstáculos. En ese aspecto, mucha razón tenía Marx al criticar a la socialdemocracia naciente, cuando señalaba que los capitalistas tenían su patria, mas el capital no era patriótico sino que buscaba lo más favorable para su beneficio. La socialdemocracia, o lo que queda de ella en España, ajena a las transformaciones nórdicas que reconocen el despido libre y las bajadas de impuestos, se sitúa cada vez más fuera de época.

Por lo tanto, el IRPF, pese a toda la propaganda que afirma que sirve para la redistribución de la riqueza, lo único que consigue es perpetuar las desigualdades económicas: la base que se aplica sobre dicho impuesto se grava en virtud de la desigual capacidad económica de cada ciudadano. Seguramente, quienes defienden la obligatoriedad, cuando no patriotismo, en el acto de pagar cuantos más impuestos mejor, en realidad están viéndole las orejas al lobo y temen que El Rubius abra los ojos a muchos españoles, que sumisamente han asumido un «esfuerzo fiscal» que cada vez deja menos márgenes a unos salarios muy empobrecidos y una aglomeración de instituciones públicas de diversa ralea y pelaje (nacionales, autonómicas, locales), cuya creciente voracidad amenaza con colapsar el sistema. En suma, el fracaso y la vacuidad de una socialdemocracia totalmente desfasada e incapaz de responder a los problemas de España.

Rodríguez Pardo, J.M. (15 de Febrero de 2021). El Rubius y la vacuidad de la socialdemocracia

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Gustavo Bueno y el poder judicial

Valbuena de la Fuente, F. (27 de diciembre de 2020). Lo que les puede ocurrir a los magistrados por desconocer la Filosofía de Gustavo Bueno. La Nueva España, 22-3.

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Revista Metábasis en Teoría en pocos minutos

El filósofo Gustavo Bueno (1924-2016) fue el acuñador y principal autor del sistema conocido como materialismo filosófico. Pese a su enorme difusión a través de numerosos medios y en muchos lugares del mundo, el núcleo de su filosofía permanece casi desconocido. Se trata de su Gnoseología o Filosofía de la Ciencia, que recibe el nombre de Teoría del Cierre Categorial.

Esta parte del sistema del materialismo filosófico vio la luz en forma de cinco primeros volúmenes entre los años 1992 y 1993, tras varias décadas de preámbulos en diversos lugares. Frente a las habituales filosofías de la ciencia de corte anglosajón, que postulan a las como descripciones de hechos observables o entramados teóricos que pelean entre sí como las especies de Darwin por explicar esos hechos (o incluso, como sucede en el materialismo sistémico de Mario Bunge, las teorías científicas son un reflejo de los hechos del mundo), Bueno definió a las ciencias en su teoría del cierre categorial como transformaciones efectivas de nuestro mundo, cristalizando estas a través de operaciones que realizan sujetos humanos a través de términos que remiten a otros términos de su misma especie. Este cierre operatorio es lo que Bueno denomina como cierre categorial, la formación de nuevas categorías. Así, la primera categoría científica surgida históricamente fue la Geometría, para después ver la luz la Mecánica, la Química, la Biología, etc. Afirmaciones como «La materia ni se crea ni se destruye, solamente se transforma» (Lavoisier) o «Toda célula proviene de células» (Virchow) constituyen principios de cierre de las categorías química y biológica, respectivamente.

El año 1993 vio la luz el número 5 de los 15 volúmenes que Bueno había proyectado. En ellos, se plantea un proemio y siete diferentes enfoques sobre el estudio de la ciencia, desde la ciencia como mero «saber hacer» o prudencia hasta las ciencias humanas y las ciencias naturales, para después clasificar las distintas filosofías de la ciencia según cuatro familias básicas, resultado de componer la relación entre los hechos y las teorías. De resultas que estos cinco primeros volúmenes se dividen en dos partes: la Parte I es proemial, y la Parte II sistematiza las diferentes teorías de la ciencia que se suponen ya dadas a escala gnoseológica.

Sin embargo, estaba previsto que otras tres partes, de la III a la V pretendía abordar cuestiones mucho más ambiciosas, desde las diferentes formas en que tiene lugar el cierre categorial o clasificación de las ciencias, la dialéctica entre las distintas ciencias y la propia concepción que de la ciencia tiene el materialismo filosófico. Este primer punto estaba previsto abordarlo desde el Volumen 6 que Bueno desarrolló hasta el 15 que finalizaría el proyecto de la Teoría del Cierre Categorial. Especialmente durante los años 2000 hasta el año 2006 aproximadamente, con vistas a la publicación de un sexto volumen que por diversas circunstancias no llegó a ver la luz (Bueno, G., 1992, p. 4).

No obstante, muchos de los conceptos de la Gnoseología materialista fueron incluidos en otros trabajos y libros que se fueron publicando durante esos años. Uno de ellos es el de la involucración o intersección de las diversas categorías científicas, decisivo para poder seguir desarrollando el sistema del materialismo filosófico.

Las diversas categorías científicas, constituidas como tales a lo largo de la Historia, tanto las más añejas, como la Geometría o la Astronomía, como las ciencias más recientes (Biología, Química, etc.), no se consideran desde esta perspectiva como esferas de la realidad aisladas entre sí, en el sentido del megarismo, como modulación del monismo metafísico, que afirma que «nada está conectado con nada», sino que tienen algún tipo de vínculo entre sí, ya sea compartiendo términos que serían comunes o descomponiéndolos a diversas escalas. Todo ello resulta clave para determinar cuáles son los principios de cada categoría científica y cómo surgen las nuevas categorías, que compartirán términos o descompondrán los términos considerados simples en otros más complejos. Como señala el propio Gustavo Bueno en el Tomo 5 de su Teoría del Cierre Categorial, la Química clásica fue descomponiendo sus elementos básicos a medida que surgía la teoría atómica o la Genética, y se iban incluyendo dentro de la Biología, la Física, etc.

Asimismo, en varios lugares Bueno aclara que lo que denomina como «cierre categorial» como constitución de una categoría científica diferenciada de otras, no implica aislamiento o clausura de una categoría respecto a otras. Siguiendo con el mismo ejemplo, que la Química clásica, lejos de tener que permanecer aislada o clausurada en un campo y escala definidos por la tabla periódica, haya entrada en comunicación con la teoría del calor, con la teoría de la electricidad, e incluso con la teoría atómica, no significa que su cierre categorial se haya roto o se haya desvanecido. Por el contrario, ese cierre permanece en la misma medida en la que permanecen los eslabones de la cadena, los elementos químicos (como la Genética permanecerá en la misma medida en que permanezcan los «eslabones» genotípicos) (Bueno, G., 1993, p. 135).

De esta idea originaria que apareció en 1993, Bueno fue desarrollando diversas cuestiones; así, cuando se refiere a la formación de disciplinas de nuevo cuño (no necesariamente científicas), señala varias vías de constitución de las mismas a partir de disciplinas o categorías ya dadas. Dos son las vías principales: la que denomina como «desprendimiento» de alguna categoría dada de algún componente suyo, o el de «incorporación» en una categoría de contenidos propios de otras categorías, que tomado en un sentido amplio incluye el de «involucración entre categorías» pero no se reduce a él: así, existe involucración entre Aritmética y Geometría en la famosa «serie de Leibniz» utilizada por el filósofo y matemático para calcular el valor del número π (Rodríguez Pardo, J.M., 2019, p. 30).

Asimismo, dentro de la Biología existe una poderosa involucración bioquímica, cuyo máximo ejemplo lo podemos comprobar en este año 2020 con la pandemia del COVID 19 que estamos sufriendo. La categoría biológica es el resultado de la intersección o involucración de dos campos a distintos niveles de integración, el de la Biología y el de la Química. La involucración bioquímica, especialmente a la escala del ADN, es fundamental para entender el mecanismo evolutivo. Si bien es cierto que la finalidad orgánica siempre se refiere a algo externo al organismo, lo que Bueno determinó como finalidad alotética (Bueno, G., 2000, pp. 161-3), no puede descartarse la importancia de la química de los ácidos nucleicos a la hora de configurar, a través del genotipo, el genoma, el fenotipo individual. Precisamente, la actual pandemia del coronavirus nos ha devuelto a la actualidad la importancia que los virus han tenido en la evolución biológica. Estas «cadenas sueltas» de ADN y que en virtud de su configuración intervienen teleológicamente en las células de los organismos vivientes, bajo la forma de «huéspedes». Pese a todo el alarmismo que se ha desatado los últimos meses (que no vamos a comentar aquí, pues excede el tratamiento de este artículo), la tendencia normal de los virus no es la de aniquilar a los organismos que los hospedan, sino usarlos de forma simbiótica para desarrollar su único fin: replicarse a sí mismos. Por lo tanto, a medida que los virus van mutando, van debilitándose para así disminuir su tasa de letalidad y garantizar así su replicación, tanto en el caso de virus patógenos como no patógenos (Rodríguez Pardo, J.M., 2020, p. 20).

Como puede comprobarse a lo largo de la Historia, la pluralidad de las ciencias es esencial a la existencia de las mismas, por encima de las pretensiones de diversos tipos de fundamentalismos científicos que pretenden reducir todas las categorías a una sola de referencia. Es esa misma pluralidad la que permite establecer el campo propio de cada ciencia y sus límites, según un criterio inmanente a las propias ciencias, teniendo en cuenta que cualquier campo es en gran medida común a ciencias positivas distintas. Esto implica que cada ciencia no agota íntegramente su campo categorial. Y si las ciencias categoriales no agotan los campos o dominios que cultivan, esto significa que, sin perjuicio de las categorías, quedan muchos contenidos comunes a diferentes dominios, campos o categorías, que facilitan el fenómeno de la involucración. Los propios campos categoriales no se pueden concebir como conjuntos de términos pertenecientes a una misma clase homogénea de términos; antes bien, los términos de un campo categorial habrán de entenderse como enclasados en clases diferentes, lo que nos lleva a ver los campos categoriales no como esferas homogéneas o lisas, sino como agregados heterogéneos.

Hay que aclarar asimismo que lo que denominamos como «campo gnoseológico» (científico o no) es principalmente el territorio en el que tienen lugar las operaciones con conjuntos de términos dados, que mantienen relaciones unos con otros, y que dan lugar a transformaciones de unos términos en otros términos pertenecientes a ese territorio. Transformaciones previamente preparadas por las técnicas, de cualesquiera tipos que sean (por ejemplo, la Agrimensura como precedente de la Geometría). Y, por extensión, lo que se dice de las ciencias habrá que decirlo de otras disciplinas que mantengan alguna semejanza o parentesco con las ciencias positivas (tales como la Geometría, la Termodinámica o la Genética), o incluso con aquellas que se autoconciben así en determinadas épocas pero no lo son en absoluto, incluyendo a algunas disciplinas filosóficas (Bueno, G., 2005, p. 41).

Un campo gnoseológico estará siempre inmerso en un espacio gnoseológico, porque ninguna ciencia puede considerarse capaz de agotar su campo, siempre «superficial» (aunque sea el «campo unificado» que buscan los físicos); es decir, porque su campo gnoseológico está limitado por los campos de otras ciencias o de otras disciplinas que no son científicas.

Precisamente, es en el interior de los campos gnoseológicos donde se produce el plural y diverso fenómeno de la involucración entre categorías científicas, un aspecto que Gustavo Bueno dejó sin completar dentro de su Teoría del Cierre Categorial y cuya terminación constituye un gran desafío.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

Bueno, G. (1992). Teoría del Cierre Categorial, Tomo 1. Oviedo: Pentalfa.

Bueno, G. (1993). Teoría del Cierre Categorial, Tomo 5. Oviedo: Pentalfa.

Bueno, G. (2000). Televisión: Apariencia y Verdad. Barcelona: Gedisa.

Bueno, G. (2005). El mito de la felicidad. Barcelona: Ediciones B.

Rodríguez Pardo, J. M. (2019). La involucración de las categorías científicas. Revista Metábasis, Nº 2, pp. 5-51.

Rodríguez Pardo, J. M. (2019). El problema de la finalidad en los organismos vivientes. Segunda parte. Revista Metábasis, Nº 7, pp. 5-46.

Rodríguez Pardo, J. M. (23 de Octubre de 2020). La teoría del cierre categorial después de Gustavo Bueno. Teoría en pocos minutos.

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Mociones, política y coronavirus

Los últimos movimientos de la escena política nos garantizan la pervivencia de Pedro Sánchez por una buena temporada, aunque no necesariamente bajo la forma de gobierno de coalición

El 6 de Octubre quedó convenientemente registrada la inminente moción de censura, que el partido político Vox ha presentado contra el gobierno de coalición que preside el socialista sin carnet Pedro Sánchez. A falta del dictamen de la Mesa del Congreso de los Diputados, ya todo el mundo hace tiempo que sabe cuál será el resultado de semejante moción: el fracaso más rotundo y absoluto, pues la política parlamentaria, pese a todos los engolados y redactados discursos que sus señorías tienen a bien ofrecer, depende única y exclusivamente de la mera aritmética. Y es que 52 sobre 176 diputados distan mucho de ser la mayoría absoluta necesaria para desbancar al actual gobierno de Pedro Sánchez, «el peor gobierno de los últimos setenta años» según afirma el líder de Vox, Santiago Abascal.

Se confirma así que la formación verde no es más que la némesis del partido que inauguró la «nueva política», Podemos, cuya entrada fulgurante en parlamentos autonómicos y en el Congreso de los Diputados (12 diputados en el parlamento andaluz en 2018, 24 diputados en las elecciones de Abril de 2019, 52 en la repetición de noviembre…), tras un lustro de fracasos, ha permitido asimismo al PSOE volver a exhibir el famoso «rodillo», ahora incluso más amplificado: del «¡que viene la derecha!» que González y Guerra exhibieron en la década de 1980, se ha pasado al «¡que viene la extrema derecha!». Está claro que si la moción de censura sirve, como muchos dicen, para mejorar las expectativas electorales de Vox, mermadas tras una oposición con algunas luces y muchas sombras durante la crisis pandémica del coronavirus (esa constante y abusiva demagogia de señalar que «los comunistas pretenden empobrecernos y llevarnos al chavismo», en alusión a Podemos), todo ello redundará en el beneficio final de Pedro Sánchez, puesto que la división del voto tradicionalmente destinado al PP (una vez liquidado en la práctica Ciudadanos) le garantiza al PSOE una mayoría lejos de la absoluta, pero suficiente para que la «geometría variable» de partidos regionalistas y nacionalistas le permita mantenerse, incluso sin el apoyo del actual gobierno de coalición.

Vemos que la trayectoria de Podemos-Vox tiene muchos puntos en común (al fin y al cabo, como dijo el clásico, contraria sunt circa eadem), puesto que incluso ambos se conformaron a partir de los mismos patrones: al igual que en Octubre de 2014 Podemos se constituyó en el escenario de la Plaza de Toros de Vistalegre como fuerza política pujante, Vox eligió idéntico escenario para un mitin en Octubre de 2018, donde la fuerza política liderada por el ex político del PP, Santiago Abascal, exhibió músculo aunque no conformó una estructura de partido, con sus estatutos y programa definidos (lo cual es ciertamente un lastre más pesado de lo que parece). Asimismo, también Podemos planteó en la segunda legislatura de Rajoy una moción de censura tan inútil como la actual.

Constante es la ecolalia en espejo que manifiestan ambos partidos: si Podemos apoya la inexistencia de fronteras (especialmente las españolas, «cárcel de pueblos», «país de países»), Vox abandera un discurso soberanista que lo ecualiza con la «derecha negra» europea, tanto frente a la inmigración como frente a la amenaza nacionalista; si los podemitas están obsesionados con los derechos animales y el ecologismo, Vox logró pescar numerosos votos en Andalucía apelando a los ganaderos y empresarios taurinos (el famoso torero Morante de la Puebla ha aparecido en un vídeo promocional junto a Abascal); frente al «negacionismo» de la Historia de España, Vox ha enarbolado un discurso esencialista sobre nuestra nación, donde pareciera que vivimos en la época de los Reyes Católicos, los Tercios de Flandes o Don Pelayo…

Mientras tanto, y como la adquisición de una vacuna fiable contra el COVID-19 parece ir, como suele suceder con los virus, para muy largo, y en España hace ya tiempo que vivimos del «que inventen ellos», resulta más sencillo y efectivo políticamente tapar la boca a los españoles e imponer todo tipo de restricciones, a cada cual más absurdas y contradictorias entre sí, que luchar contra la pandemia del coronavirus con medidas que descarguen el peso principal en lo sanitario. Gobernar por decreto ley, vivir en un estado de alarma permanente, se ha vuelto una costumbre muy fructífera para Pedro Sánchez, que amenaza con escribir una segunda edición de su Manual de resistencia.

Rodríguez Pardo, J.M. (14 de Octubre de 2020). Mociones, política y coronavirus. El Confidencial Digital.

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Cuatro años después: ¿Quién fue Gustavo Bueno?

Gustavo Bueno ZP Alicia

Hoy hace cuatro años que falleció el filósofo español Gustavo Bueno.

Juan Luis Galiacho, director de El Cierre Digital, me pide que dé a conocer, en forma breve, quién fue y qué hizo en su vida. Él tuvo ocasión de conocerle y tratarle, hace años, en un curso en Santo Domingo de la Calzada. Acepto y estoy convencido de que Bueno estaría muy interesado en averiguar el crecimiento tan espectacular de este diario y que está llamando la atención de quienes saben algo sobre el mundo de lo digital.

Bueno vivió 92 años y su vida es fácil de resumir: Después de demostrar sus méritos como Catedrático de Instituto y ejercer en Salamanca (1949-1960), fue Catedrático de Universidad en la Universidad de Oviedo (1960-1998).

Tres líneas que podríamos aplicar a muchos funcionarios en España.

Entonces, ¿cómo es que Bueno fue tan conocido? Intervino en muchos programas de televisión y fue el conferenciante más solicitado en España, porque como me dijo el organizador de un Congreso: «Bueno llena los salones».

Todos hemos conocido a alguna persona que sale mucho en televisión; al mes y medio de abandonar ese medio, pocas personas la recuerdan. Y lo mismo podemos decir de los conferenciantes que pasan de moda.

Gustavo Bueno dejó de aparecer en público diez años antes de fallecer. Se dedicó a cuidar de su mujer, Carmen, que estaba enferma. Y sin embargo, él seguía desarrollando una gran actividad en la Fundación que lleva su nombre, dedicándose a seguir irradiando en escritos y en vídeos de Youtube su sistema filosófico e interpretando los problemas de España, de Europa y del mundo.

Para Bueno, el siglo XX ha estado sometido a dos mitos que han causado millones y millones de muertos: El Mito de la Hermandad de la Clase Obrera, cuya manifestación política fue el Comunismo; El Mito de la Raza Aria, cuya manifestación política fue el nacional-socialismo o nazismo. Pero el filósofo español se dio cuenta de que, en el último cuarto de siglo XX estaba surgiendo con fuerza un tercer Mito, el de la Cultura. Su manifestación política es el mundo de los nacionalismos, indigenismos, etc. Dedicó a este asunto un libro: El mito de la Cultura (1996). Primero, la Guerra de Yugoslavia; después, el genocidio de Ruanda-Burundi son muestras de sus sangrientas consecuencias-

He dicho ya que Bueno fue filósofo. Cualquiera le clasificaría como si fuera «de Letras». Aunque la pregunta obligada es: ¿quién, que sea de Letras, ha dominado las disciplinas de su tiempo? Él, sí: Matemáticas, Física, Química, Biología, Medicina… y Filosofía, Historia, Literatura, Derecho, Ciencia Política…

Entonces, ¿por qué, en lugar de dedicarse a ser un buen profesor, incluso un profesor fuera de serie, admirado por miles y miles de estudiantes, Bueno dedicó innumerables horas a dominar el saber de su tiempo? Porque se había propuesto crear su propio sistema: El materialismo filosófico. Con un pequeño detalle: Si alguien quiere echar el sedal aguas arriba, comprobará que en toda la Historia de la Filosofía española, no hay autor alguno que haya ofrecido un sistema tan completo como el suyo.

¿Cuándo acabó Gustavo Bueno de crear su sistema? En 1976. No dispongo espacio para explicar esa afirmación tan rotunda. También en 1976, Bueno, en la Universidad de Verano Menéndez Pelayo, en Santander, Bueno se expresaba así: «No pretendemos quitar a nadie la ilusión, si la tiene, de llamar científica a su tarea, ni de borrar títulos pomposos tales como “Facultad de Ciencias humanas”, “Ciencias de la Información” o “Ciencias Morales o Políticas”. Pero sí queremos poder precisar en cada caso, qué puede querer decir el que utiliza la palabra “Ciencia”.

Desde su sistema, empezó a ver las grandes insuficiencias de la Universidad española. Esperó unos años para ver si cambiaban las cosas. Se fijó en las Facultades de Ciencias Políticas y escribió el «Primer ensayo sobre las categorías de la  ciencia política». ¡Vaya con el ensayo! Nada menos que 460 páginas. Demostró que llevaba y lleva mucha ventaja a los profesores de esas facultades. Años después, facilitó, en un lenguaje accesible, qué son las izquierdas y las derechas en dos libros: El mito de la izquierda y El mito de la derecha.

Después de dejar a la Ciencia Política en su sitio, Bueno se ocupó de la Historia.

En 1997, la Real Academia de la Historia editó un libro titulado España. Reflexiones sobre el ser de España. Un título grandilocuente para los pobres resultados que aparecen en esa obra. El historiador Carlos Seco Serrano escribió un capítulo en el que planteaba la siguiente pregunta: “España, ¿estado plurinacional o nación de naciones?

En las 15 páginas del capítulo, Seco Serrano se propone explicar su concepción sobre España. Es un artículo erudito, en el que el autor muestra sus grandes conocimientos de hechos, que él pone al servicio de su concepción de España. Sin embargo, Seco muestra que la filosofía no es su fuerte. Y como decía D. José Ortega y Gasset: «Estamos demasiado obligados a convencer y a concretar. Así que se hace literatura como Valle o Rubén Darío, se hace precisión como Ramón y Cajal, o se calla uno».

Un año después, Bueno pronunció su célebre conferencia España, que ahora es posible ver en Youtube. Y en 1999, publicó España frente a Europa. En este libro sabe sistematizar filosóficamente las diversas maneras en que los españoles y los estudiosos entienden España. Es algo que los historiadores no habían hecho anteriormente ni han vuelto a hacer. Bueno reduce educadamente al absurdo que España sea una «nación de naciones», como sostenía Seco y que ha hecho suya una persona tan ignorante como Pedro Sánchez.

Carlos Seco fue un buen profesor. ¿Cómo se metió a filósofo sin serlo? Fui testigo de cómo, siendo un persona muy vanidosa, le molestó la crítica de Bueno, pero su capítulo erudito es una reunión de hechos con una teoría muy pobre y simple. Y no sigo hablando: Ha muerto víctima de esta desgraciada pandemia a los 97 años. Descanse en paz.

Bueno publicó España no es un mito en 2005.

La Academia de la Historia ha demostrado que es una organización que no ha estado presente cuando ha habido que pronunciarse sobre asuntos muy importantes. Sólo los historiadores, a título individual, se han manifestado sobre Hernán Cortés en 2019 o sobre las campañas iconoclastas contra Cristóbal Colón y Fray Junípero Serra.

Bueno sí se hubiera pronunciado sobre estos asuntos. Lo demostró cuando demolió filosóficamente al zapaterismo y lo que representaba, en dos libros: Zapatero y el pensamiento Alicia: Un presidente en el país de las maravillas (2006) y El fundamentalismo democrático. La democracia española a examen (2010).

¿Qué será de la Fundación Gustavo Bueno? Hace años escribí un artículo sobre la falta de categoría de los adversarios y enemigos de Bueno. Los hechos me han dado la razón. Siguen dando muestras de una bajeza que hace reír por su simplismo y por ser malas personas a lo bruto.

En cuanto a los seguidores de Bueno, han surgido varios jóvenes de una fuerza filosófica extraordinaria, si se me permite hablar así.

La Fundación ya ha hecho muchas cosas, sobre todo en el campo digital y audiovisual. Sin embargo, su gran asignatura pendiente es publicar las Obras Completas de Gustavo Bueno. No hace falta una cantidad extraordinaria de dinero. Sólo, creer en este proyecto, que puede expandir la obra de Bueno hasta límites que no podemos imaginar.

Un riesgo a tener en cuenta es que la Fundación pueda caer en el «groupthink (pensamiento o mentalidad de grupo)», que tan bien estudió Irving Janis hace cincuenta años y que muchas empresas del mundo han tenido presente para no hundirse desde dentro.

Ahora, lo que compruebo es que Gustavo Bueno sigue irradiando. Sólo hace falta ser un receptor original, creativo y con energía. Y eso que solo he presentado parte de la Filosofía de Bueno. Sigue emitiendo respuestas para muchos de los problemas que encontramos en la vida.

Valbuena de la Fuente, F. (07 de agosto de 2020). Cuatro años después: ¿Quién fue Gustavo Bueno? El cierre digital.

 

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El materialismo filosófico tras el fallecimiento de Gustavo Bueno

El materialismo filosófico tras el fallecimiento de Gustavo Bueno.

Conferencia impartida en el canal de Youtube

Teoría en pocos minutos el 7 de Agosto de 2020,

a cuatro años del fallecimiento de Gustavo Bueno.

 

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Entrevista a Felipe Giménez y José Manuel Rodríguez Pardo

Revista Metábasis - Felipe Giménez - Rodríguez Pardo

Entrevista a Felipe Gimenez​ y José Manuel Rodríguez Pardo​

realizada por el periodista Andreu Varea, de Un café con Glaucón,

acerca de Revista Metábasis y sus actividades.

En Tarragona, el 30 de Junio de 2020.

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El Covid desde la Filosofía de Gustavo Bueno

El Covid, desde la Filosofía de Gustavo Bueno1

Valbuena de la Fuente, F. (19 de julio de 2020).

El Covid desde la Filosofía de Gustavo Bueno, La Nueva España,  18-9.

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El choque de civilizaciones en las ondas…

Entrevista a nuestro Director y Editor José Manuel Rodríguez Pardo el 17 de Junio de

2020, en el programa de Radio La hora de Floki, sobre el libro de

Samuel Huntington, El choque de civilizaciones (1996).

Ver también:

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Las contradicciones de la democracia

Las contradicciones de la democracia, LNE, 31-5-20201

 

Valbuena de la Fuente, F. (31 de mayo de 2020),

Las contradicciones de la democracia, La Nueva España,  28.

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