
Varias veces habían pisado tierra americana hombres procedentes de Oriente y Occidente. Los vikingos, desde Groenlandia, hallaron, como es sabido, hacia el año 1000, la América del Norte, y los indios que halló Colón debieron llegar a América de alguna parte. Pero América no fue «descubierta», sin embargo, hasta 1492 por Colón. Los descubrimientos precolombinos ni produjeron una revolución espacial planetaria ni tuvieron parte en dicho proceso. De lo contrario, no hubieran permanecido en México los aztecas y en el Perú los incas. Un buen día hubieran hecho, mapa en mano, una visita a Europa y, en vez de que los descubriéramos, nos habrían descubierto ellos a nosotros. Una revolución espacial no se limita solamente a un desembarco en parajes hasta entonces desconocidos. Supone además una transformación de los conceptos espaciales que abarca todos los aspectos y ámbitos de la existencia humana. La prodigiosa transformación que tuvo lugar al filo de los siglos XVI y XVII permite conocer su verdadero significado.
Schmitt, C. (2007). Tierra y mar. Madrid: Editorial Trotta, p. 22.
ISSN 2605-3489