En Enero… La banalidad de las relaciones actuales

En efecto, el guión no parece simbolizar aquí simplemente la relación de «pareja de hecho» entre individuos (es decir, entre átomos, si nos atenemos a la traducción de Boecio) heterosexuales o bien homosexuales, porque precisamente en la «relación de pareja» la singularidad de los términos se desdibuja. Cuando alguien dice: «Me fui de fin de semana con mi pareja», o «vivo con mi pareja», es porque considera irrelevante el nombre propio de esa pareja, incluso en el caso de que los lazos afectivos con ella sean muy fuertes; el guión parece simbolizar, por de pronto, un enlace matrimonial heterosexual, en el que los términos figuran con nombres propios (entre otras cosas porque se supone que han firmado capitulaciones).

Estos son enlaces que desde hace ya más de un siglo (por lo menos, desde las Afinidades Electivas de Goethe) se han comparado con los que tienen lugar entre ciertos elementos químicos; en nuestros días se dice con frecuencia que hay «química» entre determinadas personas. Si pudiéramos precisar algo más, añadiríamos que se trata de enlaces covalentes, pero no en el sentido que mantienen dos átomos de hidrógeno en la molécula estable de H2, sino en el sentido del «enlace covalente con carácter iónico» existente entre los átomos de hidrógeno y de cloro que forman la molécula del ácido clorhídrico, HCl, enlace que, según dicen los científicos, no es estrictamente covalente ni tampoco iónico puro. (Bueno, G., 2009, «Enlaces covalentes». El Catoblepas, Nº 90, p. 2.

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ISSN 2605-3489

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