En 2024… Percibimos relaciones, no hechos puros

Los estímulos más cercanos o los más similares, dice él, o los que, aunados, dan el mejor equilibrio al espectáculo, tienden, mediante la percepción, a unirse en la misma configuración. Pero este lenguaje es engañoso porque contrapone los estímulos objetivos, que pertenecen al mundo percibido e incluso al mundo segundo que la consciencia científica construye, a la consciencia perceptiva que la psicología ha de describir en conformidad con la experiencia directa. El pensamiento anfibio del psicólogo está siempre en peligro de introducir nuevamente en su descripción unas relaciones que pertenecen al mundo objetivo. Así ha podido creerse que la ley de contigüidad y la ley de semejanza de Wertheimer imponían la contigüidad y la semejanza objetivas de los asociacionistas como principios constitutivos de la percepción. En realidad, para la descripción pura —y la teoría de las Formas quiere ser una—, la contigüidad y la semejanza de los estímulos no son anteriores a la constitución del conjunto. La «buena forma» no se realiza porque sería buena en sí en un cielo metafísico, sino que es buena porque se realiza en nuestra experiencia. Las supuestas condiciones de la percepción sólo devienen anteriores a
la percepción cuando, en lugar de describir el fenómeno perceptivo como primera apertura cara al objeto, suponemos a su alrededor un contexto en el que estén ya inscritas todas las explicitaciones y verificaciones que obtendrá la percepción analítica, justificadas todas las norm as de la percepción efectiva —un lugar de la verdad, un mundo (Merleau Ponty, M., 1993, Fenomenología de la percepción. Barcelona: Planeta-Agostini, pp. 38-9).

revistametabasis.com

ISSN 2605-3489

Deja un comentario