En unos días… La causalidad es una relación de razón

Se ha dicho ya suficientemente, y en la crítica innumerables veces, que un principio trascendental sobre los objetos y su posibilidad habrán de determinar algo a priori y, por lo tanto, a diferencia de los principios lógicos (en cuanto abstraen totalmente de cualquier cosa que concierna a la posibilidad de los objetos), no afectan simplemente a las condiciones formales del juicio. Pero el señor Eberhard, en la página 163, quería imponer su proposición en esta forma: Todo tiene una razón; y queriendo deslizar el principio, en realidad material, de causalidad, valiéndose del principio de contradicción —como puede verse por el mismo ejemplo aducido por él—, se sirve de la palabra «todo» y se guarda muy bien de decir «toda cosa» porque saltaría inmediatamente a la vista que no se trata de un principio formal y lógico, sino de un principio material y trascendental del conocimiento que puede tener su sitio en la lógica (como todos los principios que descansan en el de contradicción).

Pero él insiste en probar este principio trascendental por el principio de contradicción, y lo hace, no sin una madura reflexión, con una intención que quisiera ocultar al lector. Quiere hacer válido para todas las cosas en general el concepto de razón (y con él también, sin que se advierta, el concepto de causalidad), es decir, quiere probar su realidad objetiva sin reducirla a los objetos sensibles, escamoteando así las condiciones que pone la crítica sobre la necesidad de una intuición que haga demostrable, ante todo, su realidad. Está claro que el principio de contradicción es un principio que vale, en general, por todo lo que podamos pensar, sea o no un objeto sensible al que pueda corresponder una intuición sensible, puesto que vale para el pensar en general, sin referencia a un objeto. Por consiguiente, con este principio no se puede establecer nada, ni siquiera un pensamiento; y él quería establecer la realidad objetiva del concepto de razón sin limitarse a los objetos de la intuición sensible, y hubo de utilizar el principio que vale para el pensamiento en general, para traer con él el concepto de razón, poniéndole de forma tal que parezca ser la razón de lo real (y, por ende, de la causalidad), aunque en realidad tenga una significación simplemente lógica. Pero ha confiado en la ingenua credulidad del lector más de lo que puede conceder la más mediocre inteligencia (Kant, I., 1984, Por qué no es inútil una nueva Crítica de la Razón Pura, «Prueba de la realidad objetiva del concepto de razón suficiente». Barcelona: Editorial Orbis, pp. 38-40).

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ISSN 2605-3489

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