
El hombre está amaestrado de tal modo por la mujer que no puede vivir sin ella y hace, por lo tanto, todo lo que ella le exige. Lucha por la vida y llama a eso amor. Hay hombres que amenazan a sus adoradas con suicidarse si no le hacen caso. La cosa no tiene peligro alguno para las mujeres: ellas no tienen nada que perder.
Pero tampoco la mujer puede existir sin el varón, pues es tan incapaz de vivir como la abeja-reina. También ella lucha por la vida y llama a eso amor. Cada cual necesita al otro, y así parece que haya al menos un sentimiento común entre ellos. Pero las causas y la naturaleza de ese sentimiento, así como sus consecuencias, son del todo diferentes en los dos casos (Vilar, E., 1973, El varón domado. Barcelona: Editorial Grijalbo, p. 167).
ISSN 2605-3489