No todos los virus que se han descrito son patógenos. Algunos de ellos establecen relaciones simbióticas con sus hospedadores, con evidencia de beneficios mutuos. ¿Cómo armonizar un papel positivo y constructivo de los virus en nuestra biosfera con ser agentes de enfermedad? Una posible interpretación es que la enfermedad es una consecuencia indirecta de las interacciones virus-célula que fueron la razón por la que la persistencia de los virus fue seleccionada positivamente. Es difícil imaginar una actividad de transferencia de material genético mediada por virus sin una interacción entre virus y célula y la posibilidad de alteraciones celulares conducentes a enfermedad. Los virus causarían enfermedad como una consecuencia inevitable de su interacción con el mundo celular, al igual que el cáncer se ha considerado un lastre de los sofisticados mecanismos necesarios para el control del ritmo de la división celular. Los organismos diferenciados acentuarían el potencial patogénico de los virus ya que los múltiples tipos celulares que constituyen un organismo (células distintas organizadas en tejidos y órganos) ofrecen distintos ambientes en los que los productos de expresión de los virus pueden ejercer su acción. De hecho los efectos de los virus sobre células abarcan desde efectos inaparentes, a modificaciones de funciones accesorias (no esenciales) de las células, a profundas alteraciones patológicas, entre las que se incluye la muerte celular. La patología puede manifestarse en órganos tan distintos como el corazón, hígado, cerebro o sistema inmune.
Domingo Solans, E. (2015). Virus y evolución. Más allá de la enfermedad. Rev. R. Acad. Cienc. Exact.Fís. Nat. 108 (1-2), 23-4.
ISSN 2605-3489