Más aún, lo que está vedado en el campo político, desborda en el campo religioso. Del psicoanálisis aprendimos que todo lo reprimido retorna de una forma u otra, y esto es ineludible. La religión se convirtió en la válvula de escape de la sociedad palestina, y toda la furia y humillación reprimida se vuelca en la mezquita. El Corán es el contradiscurso estatal, y la actividad religiosa es lo más cercano a lo que J. Habermas define como un «contraproyecto al mundo jerárquico de dominación». Así como el proletario desarrolla un saber propio destinado a usurpar el poder del patrón, el palestino desarrolla una conducta de orden religioso destinada a liberarse del dominio israelí. En esta área Israel no ha logrado infiltrase lo suficiente para reprimir el espíritu rebelde de la religión, y a través de ella dirigen su ofensiva, mantienen su identidad, rescatan algo de su dignidad y canalizan su malestar nacional.
Margalit, Meir (2018). Jerusalén. La ciudad imposible. Madrid: Catarata, 117.
ISSN 2605-3489