
El chamamé honra la cultura estética de todo un pueblo que debe sentirlo como parte de su identidad, puesto que encontrar un sonido musical es encontrar el sentido de una comunidad. Sonido y sentido se corresponden en tanto y en cuanto una comunidad haya sido capaz de localizar su raíz y de prolongar la misma en tallo, ramas, hojas, fruto y númenes vegetales, es por eso que este arte se transforma en el solvente en el que los correntinos, en su condición de solutos, quedamos involuntariamente disueltos en su legado. Pero como ya sabemos no todos los solutos se mezclan en el solvente al mismo tiempo, cada uno lleva un proceso distinto de saturación, y a su vez, deben darse las condiciones necesarias para que se lleve a cabo dicho proceso. En las personas sucede algo parecido, como ya advertimos, no en todos los correntinos se manifiesta el mismo sentimiento de pertenencia al escuchar un chamamé, ni es necesario que esto suceda, puesto que las estructuras ya están dadas, y por más que en un acto voluntario no se dé la adhesión a este legado habría que ver si con el paso del tiempo o la distancia se manifiesta y se arraiga un sentimiento superior (Duarte F, & Tayar, M., 2003, Ser correntino. Una manifestación artística de nuestra identidad. Revista cotidianeidades- 12, 20).
ISSN 2605-3489