
La Iglesia es la heredera de la tradición católica que, frente al arrianismo y al islamismo, ha defendido la soberanía de la Iglesia frente al Estado, y ha constituido a la Iglesia como un reducto de libertad frente al Estado despótico totalitario (obviamente todas estas pretensiones
de la Iglesia son papel mojado si ella no cuenta con una fuerza social suficiente para mantener sus principios); pero exactamente lo mismo ocurre con el Estado de derecho. La Iglesia católica ha defendido siempre, teológicamente al menos, el principio de la objeción de conciencia, que se contrapone al principio de la obediencia debida. Cuenta con el testimonio de los mártires, que desafiaban la obediencia debida al emperador, oponiéndole su objeción de conciencia. […] La Conferencia Episcopal defiende un reducto de libertad frente al Estado, un reducto de libertad al que pueden acogerse incluso los ateos en un momento de persecución totalitaria, como en la Edad Media los fugitivos tenían la posibilidad de acogerse a lo sagrado para librarse de su señor.
Bueno, G. (2007). La fe del ateo. Madrid: Editorial Temas de Hoy, 144-5.
ISSN 2605-3489