La distinción entre finalidad (etológica) y teleología (biológica) –aún en los casos en los cuales no cabe oponerlas por el criterio de la prolepsis (de la propositividad)–, no es una distinción dicotómica, como lo sería la oposición entre finalidad proléptica y teleología no proléptica, puesto que hay que reconocer situaciones intermedias o ambiguas. Y esto sin tener en cuenta que tanto la finalidad como la teleología implican movimientos y medidas suyas en el tiempo, pero no en un tiempo orientado, en fórmula de Aristóteles, «según el antes y el después», sino un tiempo orientado «según el después y el antes». […] Un caso en el cual el finalismo etológico y la teleología fisiológica confluyen profundamente sería el caso del famoso escarabajo pelotero, el Scarabaeus sacer: la pelota de estiércol que amasa el escarabajo (por cierto, según una morfología ovoidea), o bien constituye un objetivo dado en el ámbito de un finalismo nutritivo individual –y en este caso el escarabajo utiliza cualquier tipo de estiércol «equifinal»– o bien constituye un objetivo dado en el ámbito de una teleología reproductiva, cuyo objetivo es depositar un huevo en la pelota ovoide (y para este objetivo el escarabajo utilizará no cualquier tipo de estiércol, sino el estiércol de carnero): la larva madura comienza a devorar el estiércol húmedo en el que fue depositado el huevo.
Bueno, G. (2010). La cuestión del aborto desde la perspectiva de la teleología orgánica,
El Catoblepas, Nº 98, 2.
ISSN 2605-3489